5:40pm. Lago Toluca, Silent hill. (Condado de Toluca, Virginia
occidental)
Esta tarde comenzaban mis
vacaciones y sé que debería haberle pedido a James que atendiera la llamada de
teléfono. ¿Pero que clase de policía seria si antepusiera mi ocio a mi deber?
Odio este maldito pueblo, pero no por las historias que circulan sobre el.
Sinceramente no creo en cuentos de fantasmas pero este pueblo acumula mas
desapariciones que todo el condado de Toluca. Definitivamente tiene algo
siniestro.
Así que aquí estoy en la zona sur
del lago Toluca cerca del mirador de Silent Hill pisando cada vez mas el
acelerador. “¿Porque cambie mi turno a James?”-Me repetía mientras hacia una
ultima batida por la vieja carretera del lago Toluca.
Esa llamada de auxilio, esa
extraña llamada no ayudaba a calmar mis nervios. Una joven que amenazaba con
suicidarse arrojándose al lago. La llamada, si se le podía llamar así se oía
entrecortada y extraña. Podía ser solo una broma pesada, pero en su voz había
algo. Algo extraño, algo que me dio miedo. Su voz sonaba con una mezcla de locura
y absoluta serenidad. Resonaba con la fe de un mártir, con la determinación de
un desesperado, en otras palabras no puede ser una broma.
Cuando ya abandonaba toda
esperanza de encontrar la mujer de la llamada y aunque sabia que llegaría tarde
a mi cita con Elisa una sensación de paz comenzaba a llenar mi alma.
“No pasa nada pues todo era una
broma.”- pensé por unos breves instantes.
Fue entonces cuando la vi en lo
alto del acantilado frente a mi con la luz de la tarde tiñendo su pelo y su
ropa del color de las llamas.
“¡Mierda, la madre que la pario! ¡La
muy hija de puta hiba enserio!” Y pise el acelerador hasta sentir que si
aumentaba la presión atravesaría el choche.
Y acelere para a continuación
correr cuando el coche ya no pudo acceder mas lejos. Cuando llegue a su lado a
unos 3 metros la vi recortada contra el acantilado era una visión inquietante
pero aun así tenia algo poderosamente atrayente. Allí, en el borde del mundo,
estaba ella. Una mujer rubia de unos 26 años con un vestido largo de color
blanco de corte sencillo. Si se percato de mi presencia no dio muestras de ello
simplemente se erguía allí, frente a la nada hablando sola con la vista perdida
y la mente en otro lugar.
-Señorita, … -Le hable con
suavidad,- Soy el agente O’Donell, Jack O’Donell.-me presente, -Si es tan
amable de apartarse del borde y venir hasta aquí.- le rogué con una voz que no
era mia sino un leve susurro.
Se limito a girar la cabeza en mi
dirección y mirarme, en su mirada no vi nada salvo una determinación feroz. Su
rostro ni se inmuto al verme, era como si yo no existiese, se volvió a girar y
continuo hablando durante unos segundos que se me hicieron eternos. Despues lentamente
se giro, bajo el brazo derecho arrojando un móvil al suelo, y simplemente
esbozo una sonrisa. No, una sonrisa no seria correcta era una como si se riera
de un chiste privado. Como quien te lleva hasta una fiesta sorpresa en tu honor
y lo sabe todo el mundo menos tu. Aquella mirada me incomodo, era como si fuera
yo el que estuviera haciendo una estupidez y no ella.
Comenzó ha hablar y por fin su
mirada se cargo de vida e intensidad. –Ellos hicieron daño… y nadie les hizo
pagarlo. Pero eso no importa, todavía escuchan tus ruegos si sabes como pedirlo.-
dijo la mujer.
–Quienes te hicieron daño, yo
puedo ayudarte, solo tienes que venir hasta aquí y decírmelo- le respondí
intentando contener la ansiedad que sentía.
–Supongo que serias mi caballero
de brillante armadura.- Cuando dijo esto mudo la expresión que se torno dulce y
serena.–No la cagues.- Susurro mirando al vacío mientras sonreía de forma
picara.
Sin mediar palabra se lanzo al
vacio, mas de 30 metros de altura hasta el lago No acerté a saber que pasaba
hasta que comprendí que estúpido de mi había saltado tras ella.
“¿Como sobreviví a la caída? ¿Como
no me ahogue? ¿Como llegue hasta la orilla medio kilometro al sur? ¿Quien me
saco del agua?” No tengo respuestas para esa preguntas lo que si se es lo que
vino a continuación.
Todo empezó con una voz de mujer
un susurro.-Jack, todavía no, aun no ha llegado la hora…-
Me dolía todo el cuerpo y los
pulmones me ardían cuando el aire volvió a llenarlos en un suplicio inhumano.
Cuando recupere el resuello volví al agua, la busque pero no la encontré, bucee
pero no la vi. Me obligue a llegar de nuevo a la orilla, estaba exhausto,
dolorido y el viaje hasta el coche patrulla me pareció una eternidad. Cuando
llegue solo pude sentarme y solo cuando pude respirar con normalidad llame por
radio a la comisaria para dar el aviso.
–¿James? Soy Jack, apunta. Mujer
blanca de 26 años aproximadamente, rubia y con un vestido blanco se ha arrojado
al lago Toluca a 1km del mirador del Silent Hill. Solicito buceadores para
dragar el lago para hallar el cuerpo. Sucedió hará una hora, sobre las 6 de la
tarde.-.
Me seque y me puse la ropa de
calle tras extender la mía sobre el coche, por suerte para ser septiembre la
tarde todavía era cálida. Mire mi móvil, tenia tres llamadas perdidas de Elisa.
Sinceramente no se si estaría hecha una furia o simplemente preocupada, llegaba
2 horas tarde a casa para irnos de vacaciones aunque seria mejor hablarlo
cuando llegara a casa. Elisa no es precisamente una persona comprensiva. Me
limite a mandar un sms diciendo que llegaría tarde a casa por cambiarle el
turno a James, así tendría un blanco para su ira.
Mientras pensaba en la bronca que
le organizara mi mujer a James y lo caro que me saldrá por tanto un mes de rondas
gratis a mi costa abrí el maletero y saque el precinto policial para marcar el
escenario y comenzar con mi labor.
Ahora pude apreciar detalles que
se me escaparon la primera vez, sobre la roca gris en tiza había dibujado un
extraño símbolo circular y un libro rojo, mas adelante lo que parecía los restos
de una copa o cáliz de piedra negra, obsidiana quizás.
“Probablemente lo pise cuando intente
evitar que callera y fue lo que me hizo caer.”-Pense al notar mi pie derecho
extrañamente dolorido.
Y allí estaba lo más importante
el móvil, ella estaba hablando cuando la sorprendí asi que fuera quien fuera
con quien hablaba debía de ser importante para ella. Mire las ultimas llamadas
realizadas, 4 llamadas realizadas. La primera era a la comisaria de Braham a
las 4 de la tarde, las otras tres eran tres teléfonos distintos uno de ellos un
móvil. Apunte en mi agenda los números y metí el móvil en una bolsa, lo mismo
hice con los restos del cáliz y por ultimo con el libro.
Al coger el libro rojo cayó un
sobre que contenía varios folios y a modo de destinatario en el sobre ponía con
una letra clara y firme, claramente femenina.
“A quien lea esto;
Es necesario que sepa una cosa,
yo no soy una suicida. Esto es culpa de los inútiles agentes de Braham que
dejaron en libertad a los asesinos de Helen West. Por ello escribo esta carta
en la que confieso lo que vi aquella noche de junio de hace 10 años. Mi llamada
y mi muerte solo es para asegurar que sea escuchada mi voz.”
Al guardar el sobre de nuevo en
el libro carmesí vi una nota en lápiz en la contraportada con una caligrafía
claramente masculina.
“Estimada ***** **** (el nombre
esta emborronado);
Dejo en tus manos todo lo necesario para “La unión”. En el paquete están
las cosas que necesitabas y en los textos encontraras todo lo necesario para
realizarlo con éxito.”
Para cuando acabe de guardar las
cosas apareció en la distancia el coche del sheriff y la camioneta del cuerpo
de bomberos.
“¿Por qué demonios habrá vendido
el pez gordo?”-me preguntaba mientras me hacia al animo de lo que me esperaba.
Sin duda alguna me aguardaba una noche
muy larga…
No hay comentarios:
Publicar un comentario