viernes, 8 de abril de 2011

Aromas nocturnos 2

Al principio la cosa no paso de un “Estará detrás de un árbol aliviándose”, risas y algún comentario desafortunado. Pero paso el tiempo, 30 minutos o 1 hora era difícil estimar el tiempo en ese momento. Nos pusimos nerviosos y llamamos a su móvil daba tono pero no lo cogía. En ese momento creo que fue Lisa o Mark quien dijo que se oía el débil sonido de su móvil de dirección al pantano. Ese idiota no podía esperar a que saliera el sol, Joshua era un experto en anfibios y soñaba con encontrar una especie a la que ponerle su nombre, pues sabía que la noche le permitiría encontrar algún raro espécimen. Solo éramos 3 personas, era estúpido separarnos, no conocíamos el terreno y nos perderíamos fácilmente, pero el terreno a abarcar mucho y si estaba en apuros no daríamos con él. El hecho de que no cogiera el móvil nos puso nervioso si estaba a la caza de ranas lo tendría en silencio o apagado sino lo debería de haber cogido. Pensamos en llamar a la policía del pueblo pero sabíamos que hasta que no transcurrieran 24 horas no podríamos denunciar su desaparición. Así que optamos por el plan B separarnos con linternas y móvil en su búsqueda. Fue una muy mala idea, ¿Lo peor del asunto? Lo propuse yo, mía pues la responsabilidad, mierda.

Salimos dirección al pantano gritando su nombre, tal era el estruendo que despertábamos piedras y arboles a nuestro paso. Porque no contestaba si incluso un muerto despertaría para que nos calláramos. Tenía que tener precaución por donde caminaba la linterna no alumbraba en exceso y una sombra bien pudiera ser una zona pantanosa, un pozo, un mapache o una puta raíz. Tropecé con ella, no me torcí el tobillo de milagro, pero el dolor era muy intenso. Caí de bruces contra el suelo, mi cara fue a dar contra algo blando y de aspecto gomoso. Fue en ese instante cuando lo olí por primera vez, un olor dulce a descomposición, un olor tan dulzón que daba arcadas era arrastrado por el viento. Me incorpore y se me ocurrió aprovechando el silencio llamarle a su móvil, el sonido era inequívoco estaría a 100 metros delante de mí, estaba en el pantano. Me dirigí a paso rápido, lo más rápido que me permitía mi dolorido tobillo. Conforme avanzaba ese olor dulzón era más fuerte y aunque sea extraño mi tobillo dejo de doler pero la cabeza me daba vueltas. Avance entre sombras y formas cada vez más extrañas, me sentía eufórico y asustado a la vez. Allí estaba delante mío recostado contra un árbol rodeado de extrañas luces azuladas. Parece increíble pero juraría que danzaban a su alrededor golpeándole, ¿Serian verdad los relatos de la pequeña gente que contaban los lugareños? Tenía que comprobarlo, tenía que acercarme y cerciorarme. La cabeza me ardía y ese hedor dulzón que cubría la noche cada vez era peor. El paso se hacía penoso y comenzaba a sentir frio en las piernas, las sentía pesadas y entumecidas. Creía que iba a vomitar y desmallarme cuando le alcance y en un desesperado esfuerzo intente espantar esos odiosos duendes azules. Yacía ante mi inmóvil lo agarre pero estaba rígido y su tacto era áspero como una rama. No, no era Joshua era un trozo de viejo trozo de tela sobre las raíces de un árbol muerto. Pero juraría que le había visto, debería de estar cerca, había oído su móvil. Me comencé a girar buscándolo desesperado pero perdí el equilibrio, mis piernas estaban atrapadas. Caí de bruces sobre el lodo, el impacto no dolió pero la sensación de desesperación se apodero de mí. Con no poco esfuerzo conseguí levantar la cabeza y mirar hacia 3 luces danzarinas. Pero no eran azules, eran las linternas de Joshua, Lisa y Mark que me veían desde la orilla y me gritaban que no me moviera. En ese momento me di cuenta de la ironía, vine para descubrir la verdad sobre este lugar y ahora que la se no podre contarla a nadie. Notaba como mis brazos se hundían más y no podía liberarlos succionándome lentamente el lodo a las profundidades. Era terrorífico no podía moverme y lentamente me arrastraba a la oscuridad iba a morir, no lograrían sacarme de aquí y aun así la risa se apodero de mí, carcajeando no sé si de terror o por los alucinógenos. Ya era demasiado tarde cuando lo comprendí todo. Si, descubrimos una nueva especie pero de hongo alucinógeno. La gente se colocaba con las esporas del hongo y se veía atraída por las danzarinas luces azules de metano del pantano.

Si solo pudiera gritarles para advertirles, pero solo conseguí un ruido gorgoteante. Y ahora que la luz se apaga finalmente y noto como el barro inunda mis pulmones solo puedo elevar una plegaria a dios suplicando que mis compañeros no sufran mi suerte.


Las obras de terror se basan en describir unente aterrador y mostrarlo o en ocultarlo y dejarlo a la imaginacion del lector/espectador. Pero en mi opinion los mayores terrores son los provenientes de una percepcion alterada, sin el ancla de la realidad el universo es un lugar aterrador.

4 comentarios:

  1. Jo, la verdad no me esperaba ese final... realmente piensas que sin el ancla de la realidad el universo es aterrador?

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  2. Los cuentos de gnomos que viven bajo setas rojas eran por que la gente se intoxicaba con amanita muscarina. Siento si no te gusto ^^, me parecia un final adecuado para dar una explicacion realista a un fenomeno.

    Y no es que piense que sea un lugar aterrador, pero quizas me gusta demasiado saber todo como funciona.

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  3. Vale no me he explicado bien. Me referia por perder el ancla de la realidad a la locura (esquizofrenia y similares) y estados similares inducidos.

    Tzunki

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