miércoles, 4 de mayo de 2011

Pacto oscuro

Mientras un hombre de pelo oscuro ascendía por unas escaleras de piedra vieja y polvorienta miraba por las escasas y pequeñas ventanas de la torre del campanario. Inmerso en sus pensamientos vueltos a una época ya olvidada de su distante juventud, una juventud regida por la enfermedad y la insensatez. La enfermedad que carcomía su cuerpo le aterraba por que no podría jamás conocer nada más allá de los muros de su mansión y seguramente ni siquiera viviría para amar, una enfermedad que corroía su mente igual que su cuerpo. Recordaba cómo se arrodillo en la iglesia ante un dios en el que en el fondo de su corazón ni creía ni quería implorando que le permitiera salir de aquel pueblo dejado de su mano. Pero no fue Dios quien atendió sus ruegos, mas como iba a escucharle si no creía en él, fue otro quien oyó sus sollozos. El gran embaucador y dispensador de ambiguos tratos acudió a él. Allí en medio de la casa de dios se podía sentir como si el mismo universo chirriara sobre sí mismo y el aire gritara de dolor. Le ofreció un trato, le ofrecía la sanación de su maltrecho cuerpo y el joven ofreció su alma a cambio de su salud, Una sonora carcajada broto de la voz del oscuro hombre, le dijo que en vez de su alma le interesaba otra cosa más morbosa. Allí, desconocedor del precio a pagar, firmo con sangre su oscuro pacto con dios como testigo de semejante crimen ante la mirada de desprecio de las imágenes que decoraban la iglesia.


Se detuvo un momento en su ascenso por la torre y miro el cielo estrellado por una pequeña ventana mientras torcía una sonrisa de desprecio. Sí, su cuerpo sano y logro cuanto soñó y anhelo. Anduvo por el mundo en tierras cuyo nombre no es conocido fuera de ellas y valles y montañas que jamás lo tuvieron. Viajo y viajo hasta que ya no quedo nada por ver y perdió el interés. Acumulo riquezas en sus andanzas tanto como para comprar un pequeño país. Acumulo y acumulo hasta que por fin el frio metal le dejo indiferente. Recopilo conocimientos y consiguió libros extraños en idiomas ya olvidados tantos como para fundar una biblioteca. Pero con el tiempo se cansó de leerlos y ahora acumulan polvo mientras son devorados por las ratas en las bodegas de su hogar. En su búsqueda de nuevos placeres se dejó llevar por la lujuria, a tal extremo llego la depravación que acabo cansado y vacío. Ya nada le producía satisfacción, nada hasta que descubrió la última gran emoción: Matar. La primera vez fue un accidente, la segunda curiosidad y a partir de entonces fue una necesidad. Se alisto en varias guerras combatiendo bajo cualquier bandera hasta que los rostros de sus víctimas quedaron ahogados por los rostros de las nuevas y entonces ocurrió. Perdió el gusto por la caza. Habían pasado los años y había visto, conocido y hecho más cosas que ningún otro mortal pero estaba vacío, fue la primera vez que se sintió aprisionado por la vida. Pero algo paso y lo cambio todo, encontró el amor. Por fin encontró la felicidad, tenía salud, dinero y amor ¿Qué malo podía pasar? La culpa le destrozo al descubrir que su amada estaba aquejada del mismo mal que él y la desesperación le arrollo al volver a aquella misma iglesia y encontrarla desierta. Volvió a suplicar en la iglesia pero solo silencio y olvido encontró. Pasaron los días y los disfruto, vivió cada día con ella como si no hubiera un mañana. La amo con tal intensidad que fue más feliz en aquellos meses que en toda su vida anterior.

Ahora frente al borde de la torre del campanario de la iglesia con la vista perdida en el suelo pensaba que debería aterrarle el concepto de una eternidad en el infierno, pero le dolía demasiado el recuerdo de la reciente perdida de su amada. Se tiro al vacío y su pensamiento se llenó de recuerdos de placer, oro y conocimiento pero ya nada importaba. Todo acabo con un sonido húmedo y sordo. En sus últimos momentos mientras el aliento se escapaba de su cuerpo con la iglesia y el sol del alba como únicos testigos oyó un sonido que le helo el corazón de terror y desesperación. No fue el crepitar de llamas, gritos de incontables almas o el ladrido de demoniacos cuentos, no fue algo más sutil el sonido de huesos soldándose y órganos recolocándose. No se moría ni moriría, ese era el precio a pagar una vida tan larga como la del cielo.



2 comentarios:

  1. Wow, el final me sorprendió, no me lo esperaba ^^. Me gusta la idea. La verdad es que no sé por qué algunos desean la vida eterna, suena como una tortura sin final.

    ResponderEliminar
  2. Pues sinceramente pense que se veia venir a la legua. La inmortalidad es algo muy chungo, ninguno queremos morir porque nos aterra el fin. Pero sinceramente que no exista un fin me aterra de verdad.
    Pero cada persona opina de una forma.En clase de envejecimiento celular nos dijeron que las estrategias iban en alargar en años la vida pero degenerar o vivir algo menos pero a plena salud, la gente prefirio vivir mas años. Es mas en el libro que estoy leyendo (el ansia) no es gran cosa pero tiene una parte que me gusto, la vampira le pregunto a la muchacha si le gustaria vivir eternamente y ella le respondio que no porque era una tortura. La vampira solo pudo cabrearse dado que no entendia como alguien podia despreciar vivir.

    ResponderEliminar